Tal vez fueran los desvaríos del Quijote que cada uno de nosotros llevamos dentro, pero ya a la ida de Oviedo a Madrid, que comenzó a las 7:25 de la mañana, pasando por las tierras castellanas en tan veloz rocín como un Alvia, al ver los molinos de viento que trabajan en las colinas áridas y amarillas generando electricidad, algo dentro de mi estallo al grito de ¡¡SON GIGANTES, SANCHO, GIGANTES TE DIGO!!
Ese instante fue, para mi, el comienzo de tan extraordinario viaje. Mirase donde mirase, no podía ver más que viajeros entretenidos en sus lecturas, en sus acompañantes, en su música, en su destino, en el paisaje que se deslizaba por las ventanas a gran velocidad, en el propio camino. Esta era la primera vez que viajaba realmente solo. Esta era la primera vez que entraba solo a uno de estos trenes y posaba la mochila en el hueco sobre mi cabeza, y con una profunda inspiración, me sentaba cerrando los ojos y cuando volví a abrirlos vi a mi alrededor un mundo nuevo. Mucho más libre, mucho más grande y posible. La gente en silencio se acomodaba en sus asientos y el tren se ponía en marcha. Cuatro horas después llegaba a Madrid, a la estación de Chamartin siendo más asiento que persona y curiosamente nervioso. Una amable azafata me indico el camino hacia el metro y allí me sumí el bullicio de nuestra capital, que parecía rozar el colapso, en el conjunto de una entropía demasiado grande en las estaciones cuando tu te unes al movimiento y la quietud, casi inverosímil, cuando con la puerta de acceso a tu tren dirección toledo ya localizada, te sientas, mochila con columna y espalda con mochila, en el suelo de Atocha a comer el bocata y observar como la gente se mueve. Unos van con prisas y corriendo, otros avanzan con calma, como si el destino no se fuera a mover de su lugar. Otros sonrien felices en la incertidumbre del viajero, otros se rien, otros lloran y en pocos instantes puedes ver multitud de besos, de abrazos, de te quieros, de escribeme cuando llegues. Sonrisas verdaderas formadas por el placer extremo de romper con la rutina y sonrisas empaticas que esconden la pena de que ese ser que quieres se marche lejos. Comienzas a imaginar en que piensa toda esa gente, de donde es, a donde va, como son, que estan diciendose al oido mientras se abrazan y entonces, entonces te toca irte a ti.
Ahí tomé el último tren de aquel día y me encontre con el primer espedicionario que iba a conocer. Esperando por el tren destino a Toledo, vi pasar por delante a un chico moreno y alto, con una mochila grande repleta y con una esterilla arriba y otra mochila más pequeña que iba medio llena, y algo me invito a hablarle, tenia que ir a España Rumbo al Sur. Así era y además, se llamaba Álvaro, como yo.
Eramos de los primeros en llegar, a la academia. Nos habian ido a buscar un par de monitores a la estacion y subimos hasta aquel impresionante edificio: La Academia de Infanteria de Toledo.
Lo que menos podia esperarme era que en los proximos días haría una nueva familia.

Aquel lugar, la gente que iba llegando, las conversaciones que se iniciaban, el ambiente en general invitaban a mirar lejos, tan lejos como el lugar donde te imaginas el ocaso de los sueños, y en esa misma expansion entraba toda la gente que alli nos rodeaba, la gran familia que antes de la cena de aquel día ya se había formado.
De lo primero que hicimos fue dividirnos en grupos y, tampoco es por presumir de equipo, pero yo entre en el Grupo 1, y eramos los mejores: LOOOOOOS MAKUUUTOOOS.
Enara, Ana Badia, Ana, Azael, Belen, Clau, Ines, Alday, Juan, Maite, Maruchi, Nuria, Patricia y yo, y nuestras monitoras Maria y Celia. El mejor de todos los grupos, una buena familia.
Hace gracia ver como nos parece surrealista y como categorizamos de americanada lo tipico en las peliculas de tu eres mi hermano y aqui no se deja a nadie atras, HOOA, pero curiosamente, es cierto.
El fin de semana continuo, junto a un monton de conferenciantes, monitores, y militares como el alferez Van Krussell, o el comandante Calderon.
Aprendiendo absolutamente de todo, creciendo a cada instante. La unica constante en la vida es el cambio, absolutamente todo cambia a cada instante, por eso Alicia no podia volver al pasado, porque nosotros mismos cambiamos.
El cambio como constante vital se descubre ante la incertidumbre. Este finde semana, la incertidumbre reino en nuestras vidas, es una de las cosas bonitas del viaje. Cuando entras en la rutina, sabes mas o menos lo que te va a suceder cada dia, sin embargo, el viaje te permite introducirte en la incertidumbre, por eso el viaje es tal fuente de conocimiento.
La incertidumbre es el no saber hasta donde vas a llegar. La seguridad la encuentras entonces, cuando te dices que vas a llegar hasta donde tengas que llegar sin importar cuan lejos este.
La incertidumbre es el no saber hasta donde vas a llegar. La seguridad la encuentras entonces, cuando te dices que vas a llegar hasta donde tengas que llegar sin importar cuan lejos este.
Ese mismo día, el viernes de noche, comenzamos con una marcha por el campo de maniobras. Esa fue la primera noche en mi vida que dormi realmente al raso y es el primer momento en el que comprendes de que va realmente todo esto de España Rumbo al Sur. Va de hacer familia, de estar juntos, de sonreir para hacer que el compañero pueda. Va de animarse, de no estar comodo en ciertos momentos pero ser feliz. Va de conocerte a ti mismo, de conocer el universo, va del motivo por el que se duerme al raso.
Tal y como nos explico Telmo, el que duerme en un poblado en una tienda de campaña, es un invasor, un desconocido, un invisible potencialmente peligroso, el que duerme al raso, es una criatura indefensa y visible, es un amigo, es alguien que no te tiene miedo y alguien a quien no debes de tener miedo, es alguien que se adapta a tu medio y te ayuda, ocupa un espacio pero no te invade. Esta en el nivel minimo, y aun asi, tiene el poder de cambiar el mundo, cambiar el suyo propio y tratar de mejorar el tuyo. Como dijo uno de nuestros ponentes: Tenemos la extraordinaria capacidad de crear realidades.
De eso va España Rumbo al Sur. De que los limites estan donde los ponemos. Va de que de noche, si no enciendes las linternas y te alejas unos instantes de la comodidad de la luz artificial, tus ojos se acostumbran al medio, y sobretodo, ves mas lejos, ves mas estrellas. De eso va, de no ser un intruso en tu viaje sobre la vida y poder ver mas alla por adaptarte. Va de ser un ciudadano del mundo. Va de ser un viajero, de saber orientarse.
Orientacion: rumbo y distancia.
Rumbo: de donde venimos y a donde vamos.
Distancia: tan lejos como pongamos nuestros limites, nuestros sueños, tan lejos como lejos estemos dispuestos a llegar.
De momento, venimos de España, rumbo, al sur, distancia: indefinida

De eso va España Rumbo al Sur. De que los limites estan donde los ponemos. Va de que de noche, si no enciendes las linternas y te alejas unos instantes de la comodidad de la luz artificial, tus ojos se acostumbran al medio, y sobretodo, ves mas lejos, ves mas estrellas. De eso va, de no ser un intruso en tu viaje sobre la vida y poder ver mas alla por adaptarte. Va de ser un ciudadano del mundo. Va de ser un viajero, de saber orientarse.
Orientacion: rumbo y distancia.
Rumbo: de donde venimos y a donde vamos.
Distancia: tan lejos como pongamos nuestros limites, nuestros sueños, tan lejos como lejos estemos dispuestos a llegar.
De momento, venimos de España, rumbo, al sur, distancia: indefinida
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